viernes, 15 de abril de 2016

El dopaje te rodea



El dopaje está a la orden del día. Y no hablo del deporte profesional.

Orfidal para dormir. Pastillas para el TDAH para estudiar (versión moderna de las centraminas que nuestros padres podían comprar en la farmacia sin receta, pura anfetamina). Cocaína, la droga más cara (en torno a 60 euros el gramo), para sentirse seguro, despierto y sin estrés ni cansancio (¿recuerdan aquella prueba de la versión italiana del célebre Caiga Quien Caiga, en la que un tercio de los congresistas de su país dio positivo?). 
 
Más extremos. Hay un anuncio de un antiácido que me tiene horrorizado. En el spot, sale un hombre trabajando a desahoras en la oficina. Entra el jefe para meterle más presión. Nuestro protagonista siente ardor de estómago, y entonces toma este fármaco, "para que nada te detenga", según el eslogan. ¿Acaso no es una forma de dopaje?

Todo en aras de la productividad o para sobrellevar una rutina implacable, fruto de un sistema que no facilita el ocio, que perjudica la salud, que incluso dificulta la conciliación familiar y penaliza la natalidad, y por tanto, su propio relevo. Que baja los sueldos y, por tanto, el consumo, con lo cual se pierden más puestos de trabajo, mientras hay más ricos en España que antes de la crisis y los pobres son más pobres, aunque trabajen.

Y por eso, los pobres se dan a la bebida, al hachís, a lo que sea. Se evaden en su tiempo de ocio de la realidad porque ésta es tan sumamente desagradable, que a ver cuándo inventan el soma, la droga de la novela "Un mundo feliz", de Aldous Huxley. Porque de momento, nuestro mundo se parece más al que describía Ray Bradbury en "Fahrenheit 451".

Sin embargo, somos tan pobres que la venta de cigarrillos ha caído a la mitad en estos años. Por toda la gente que se ha pasado al de liar, y por la que lo ha dejado, esperemos que, la mayoría, por su salud.

Lo que crece años tras año es el consumo de psicofármacos, especialmente antidepresivos y ansiolíticos, negocio redondo para las farmacéuticas, que yo nacionalizaría en vez de enriquecerlas a costa de la salud y la libertad de mis ciudadanos (cuando pagas uno de estos fármacos, es una pequeña fracción de lo que cuestan; el resto lo pone el Estado de nuestros bolsillos).

También consumimos muchos analgésicos. Cuando repartía publicidad y me hice una contractura en la espalda, el médico me recetó un antiinflamatorio y "reposo relativo". El "relativo" venía porque ya le dije que, como era nuevo, no podía faltar al trabajo. Estuve el resto de esos dos meses, que fueron de prueba y en el transcurso de los cuales sí cogí una baja más adelante por un temblor de piernas que resultó ser fruto de una astenia, tomando analgésicos (ibuprofenos, sobre todo) y el antiinflamatorio recetado. Pero a muchos no os cuento nada que no sufráis en vuestras carnes todos los días de vuestra vida.

Y es que las bajas han caído en picado con la crisis. Ante la actual coyuntura socio-económica, el capitalismo despiadado, el nuevo feudalismo, el mensaje de los medios y la sociedad es: "No te rindas, dópate". Y ahí están todos esos complejos vitamínicos, de jalea real, ginseng, etc. ¿No debería de ser suficiente con una alimentación sana? Ah, no, que no nos llega o no tenemos tiempo para eso.

¡Trae la botella!



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