martes, 21 de abril de 2015

¿Qué me pasa, doctor?

Kaixo, hola, good morning, aspaldiko.
La anterior entrada, "Donostia tiene funky", es la primera que meto en mucho tiempo. Creo que ya comenté alguna vez en este mismo espacio que este blog fluctúa y va por avenidas que lo inundan, espaciadas entre grandes periodos de sequía. Y no es que en esas épocas el autor esté seco, sino que lo poco que publico, lo hago en el Facebook.
Así que aprovecho esta reanimación para pegar aquí un comentario que puse en Facebook hace no mucho:

El truco de la bata blanca

El truco de la bata blanca que deslumbra en los anuncios de detergentes no es nuevo: lo inventaron los médicos. No os dejéis deslumbrar. La autoridad es peligrosa, sobre todo cuando el que la ostenta encubre con falsa seguridad que no lo sabe todo. Ocurre a todos los niveles.
Del mismo modo, tampoco caigáis en fiaros de cualquier cosa alternativa que leáis en internet.
¿Mi receta? Escepticismo. No pidas seguridad, no pidas certezas. Nunca ha existido algo así.
Claro que ahora pienso en un caso concreto. En uno cercano al que los profesionales llevan demasiado tiempo aplicando más de lo mismo sin ningún resultado positivo (más bien negativo). Si haces siempre lo mismo, conseguirás siempre el mismo resultado, que ya lo dijo Einstein, pero no hace falta ser un Einstein para entender eso.
Y ahora se han sacado de la manga para aplicarle una técnica agresiva y arcaica, que digo yo que, si era la solución, y si no es tan mala, por qué no se la han aplicado antes. Así que me huele a "como no sabemos qué hacer, vamos a probar con esto". Como le hagan daño, me van a tener enfrente.
Yo no tengo la panacea, claro. Es que eso no existe. No sé "más que los médicos". Para nada. Escribo desde la humildad del que es consciente de sus limitaciones y no trata de encubrirlas con el brillo de una bata, como en el anuncio de detergentes.
Simplemente pienso que, si no saben qué hacer, que no le hagan más daño.
(Y aparte de escribir en Facebook, y antes que eso, lo que he hecho es mediar para consultar al profesional más reputado que conozco a ver si se interesa por el caso, con permiso de la familia).
Imagino que la mayoría no os estaréis enterando de qué va la cosa porque omito datos a saco. Lo siento, pero el objetivo era desahogarme (objetivo cumplido) y de paso lanzar un mensaje obvio: nadie lo sabe todo, la autoridad absoluta es peligrosa, la fe ciega también y conviene tomar las cosas con cierto grado de escepticismo, contrastar la información y todo eso.

Aprovechando que este blog es anónimo, añado:

El problema de mi amigo (cuya identidad no revelo como tampoco la mía aquí) está en su cabeza (con esto no quiero decir que no lo tenga, sino que es psiquiátrico); sin embargo, no es una enfermedad de las mayores como esquizofrenia o bipolaridad, sino un bloqueo mental: no se cansa de repetir que no puede pensar. ¿Y sabéis qué le dan? Pastillas de esas que se toma la gente para no pensar. Lo están envenenando (la dosis hace el veneno, y tanto tiempo tal cantidad lo es). Y la técnica milagrosa que quieren aplicarle ahora es el electroshock o electrochoque; en teoría, para estimularle. A ver: si lo que quieren es estimularle, ¿por qué llevan meses sedándole? Y si las descargas no son peligrosas, ¿por qué no se las han dado antes?
La frase hecha del título de esta entrada, "¿Qué me pasa, doctor?", creo que ilustra a las claras cómo nos abandonamos desesperados en manos de los que creemos que saben. Lo que yo quiero denunciar es que no lo saben todo porque la psiquiatría está en pañales, como he oído muchas veces de profesionales de esta disciplina; que nadie lo sabe todo y menos un psiquiatra; que el primero que tiene que saber qué siente es uno mismo (aunque desgraciadamente en enfermedades como la psicosis, uno mismo sea el último en enterarse de que ha desvariado); que los pacientes deben informarse, contrastar y pedir segundas opiniones; y que les daría a los psiquiatras un poco de sus propias "medicinas" para que sepan qué están administrando (me refiero especialmente a los fármacos antipsicóticos, de los que abusan a la hora de recetar como panacea; los antidepresivos son más benignos y los ansiolíticos vienen bien de vez en cuando).

Seguiremos informando. Ojalá algún día tenga buenas noticias sobre este caso.

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