sábado, 25 de abril de 2015

Kantandantes




De izquierda a derecha: Sara Grajal, Aintzane Crujeiras, Pablo Biurrun y Karlos Nguema.

¿Qué decir de ellos? Para empezar, que son amigos míos. Empiezo por ahí por honestidad, pero también porque creo que nadie puede decir nada mejor de otra persona que eso; y porque estoy orgulloso de cómo se han desenvuelto en su nuevo espectáculo, Kantandantes.
Ha sido esta noche de sábado en la sala de actos del centro Kontadores en Bidebieta, Donostia-San Sebastián. Con el aforo repleto y el público aplaudiendo cada canción. Porque ellos se merecen eso y más.
Teatro musicalizado como ellos lo llaman o comedia musical para entendernos. Dentro de este último género que acabo de mencionar, he visto el año pasado en el Kursaal "Los miserables" y hace más tiempo en el Victoria Eugenia "Chicago", pero frente a ambos clásicos, me quedo con estos cuatro artistas. Porque aunque no fueran mis amigos, son más cercanos. Porque su repertorio conecta con el público. Porque yo como parte del mismo no me quito de la cabeza ahora mismo el estribillo del último tema.
Se les podrá reprochar algunas cosas (no muchas). Que no son temas propios, por ejemplo, pero tampoco los intérpretes de los musicales que he mencionado antes habían compuesto ellos los temas. Al fin y al cabo, lo que a Kantandantes le puede faltar de original le sobra de fresco.
La puesta en escena es sencilla pero efectiva; los temas están muy bien escogidos y les quedan redondos; y encima sé que no han ensayado mucho los cabrones (que eso del trabajo está muy bien, pero yo cuando acudo a un espectáculo voy a ver talento).
Sé lo que le ha costado a Biurrun su parte, incluso se lo he notado en la cara. Más mérito todavía. A diferencia de los otros tres, Pablo no es actor, y sin embargo ha salido airoso, además de llevar con maestría el mayor peso de las melodías con su guitarra al pie del cañón.
En definitiva, un espectáculo simpático a la par que atractivo, que engancha desde el primer momento, en el que los intérpretes despliegan sus dotes interpretativas y musicales para meterse al público en el bolsillo. Ya he dicho alguna vez, aunque en Facebook, que la de Grajal es la mejor voz de Donostia, pero es que Crujeiras y Nguema no le van a la zaga. Si a esto añadimos que todos tienen sus momentos estelares; la mezcla de géneros (rumba, pop, flamenco e incluso cabaret, por citar algunos); la osadía de alternar canciones clásicas pero imperecederas con otras menos conocidas, demostrando un gusto musical y un criterio impecables; y qué se yo, que lo han dado todo y yo qué menos podía ofrecerles que esta humilde crónica antes de meterme al sobre, que ya tengo ganas.
Hala, buenas noches.

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