miércoles, 6 de julio de 2016

Je suis Unai

Egunon. Buenos días.

Mi primer monólogo del pasado domingo 3 de julio en Doka espantó, indignó y puso en fuga a una pareja de mujeres de pelo corto y look característico (con el que no me meto en absoluto; nótese que es una mera descripción).
En primer lugar, quiero agradecer la asistencia y complicidad de todas aquellas personas que han asistido a mis monólogos de este año: 30 de marzo en Callejón; 4, 19 y 26 de junio en Sunugal; y el referido del pasado domingo en Doka, que ya anuncié previamente que sería el último por una temporada.
Mi reconocimiento también para un currante de esto, como es Aitor Nabarro, que confió en mí para el festival del pasado domingo y me mostró su apoyo tras el mencionado incidente.

¿Y qué dije, pues?
Pues bien, esa pareja comenzó a indignarse, moverse en el asiento y mirar mal a quienes se reían con mis gracias con el siguiente chiste (que era eso, un chiste):

"El otro día iba yo por Donostia, por la calle Okendo, y vi un local morado que ponía 'Casa de las mujeres'. ¡Coño! -nunca mejor dicho-. Así que entré. Y no era lo que yo pensaba".

En este momento, se produjeron risas y la primera reacción de indignación de las dos mujeres.
Nada más subirme al escenario, yo ya había intuido su presencia, más que visto, porque ellas estaban en la mesa más cercana al escenario y yo, en cambio, miraba a la de mis amigos, justo detrás, también en el centro; o si no, miraba a los laterales, pero percibía en mi campo visual la incomodidad de esta pareja y por ello no les hablaba a ellas, porque intuía que iba a recibir un feedback negativo.

El chiste terminaba: "Descubrí que era un local donde las mujeres se ayudan unas a otras. Joder, qué buena idea. ¿Y yo, dónde tengo que ir?, pregunté. ¿Dónde está la casa de los hombres? ¡Joder, no sé qué dije, que casi me pegan!".

Soy plenamente consciente de que hay un problema en esta sociedad. Pero no se limita a esa visión cerrada de la supuesta prevalencia social de todos los hombres frente a la supuesta subordinación o discriminación de todas las mujeres. Es algo más amplio, mucho más complejo, como todo en esta vida. En primer lugar, los primeros que sufrimos a los otros hombres somos los niños en el patio del colegio, esa selva donde pirma la ley del más fuerte y bruto. A partir de ahí, los hombres sufrimos un corsé, a no ser que seas gay (afortunadamente, hoy en día, aunque este colectivo aún sufra agresiones, existe esa opción, por lo menos), hay una forma muy limitada de ser hombre. Así que yo también, como muchos otros, me considero víctima del hetero-patriarcado, a pesar de ser hombre y hetero.

Esto, por supuesto, es mi opinión. Ya advertí al principio de mi monólogo que ni el Doka ni Nabarro se hacían responsables de mis opiniones, que son eso, opiniones. Y soy consciente de que mi opinión se sale del discurso dominante, al menos en la opinión pública y en redes sociales, de lo fácil, que va contra corriente. Y me alegro por ello, y me alegro todavía más de haber alzado mi voz en un escenario, de haber descubierto que muchas otras personas apoyaron mi libertad de expresión, que no nos amargaron la fiesta esas dos intransigentes, que sintonicé con muchas otras personas que, tal vez, no alcen su voz en público ni en redes sociales, pero que también tienen sus propias opiniones, que no dejan que los carteles de Facebook les digan lo que tienen que pensar, porque, si dos piensan lo mismo, uno de ellos piensa por los dos, y si todos repiten lo mismo, es que la mayoría no piensan lo que dicen o no dicen lo que piensan.

Por si a alguien le interesa, el chiste (repito, chiste) que hizo que ambas mujeres salieran de estampida fue el siguiente:

"El feminismo tiene razón en muchas cosas. Por ejemplo, en lo del lenguaje. ¿Por qué cuando algo es bueno, es cojonudo, y algo aburrrido es un coñazo? ¡Por qué no podemos decir que algo es coñonudo!
Y es que es verdad que vivimos en una sociedad falocéntrica. ¡Pero también por culpa de algunas mujeres! ¡No caigáis en la trampa! ¡Es una maniobra de distracción! ¡Han conseguido desviar la atención del tamaño de sus pechos al de nuestros penes! ¡Los negros son la nueva raza superior! ¡Un falo, un falo!".

Con esta última exclamación, ambas se levantaron como un resorte y huyeron de mala hostia.

Si alguien encuentra en estos chistes algo malo contra las mujeres o los negros, que se lo haga mirar. Y además, si sólo se puede hablar mal en esta sociedad de los hombres de la mayoría étnica local (nosotros los morenos, rubios y pelirrojos; me niego a que me llamen blanco, como la horchata), heteros, bueno, ya me entendéis, no sé cómo seguir porque no me considero un privilegiado ni de coña, o bueno, sí, por muchas cosas, pero sé de sobra lo que es la marginación, la discriminación y la exclusión, por diversos factores, entre ellos, desde hace algunos años, por mi enfermedad mental; pero decía, que si sólo se puede hablar mal de "nosotros", apaga y vámonos.

Me alegro profundamente de que el domingo no triunfara la censura políticamente correcta. Gracias a todos los que lo hicistéis posible, especialmente a Nabarro y a Eneko.

Un saludo


No hay comentarios: