lunes, 2 de octubre de 2017

Viva la automedicación

Nueva entrada semi clandestina en este blog relativamente anónimo.

Semi clandestina por eso de la identidad, y porque me la juego revelando información que puede llegar a la autoridad (familia y psiquiatría, fundamentalmente).

Solidarizado con Cataluña, tras la jornada de represión que sufrieron ayer los que querían votar, porque sé de sobra lo que es la falta de libertad, el castigo e, incluso, me atrevería a decir que la tortura, entendida ésta como daño que te inflinge la autoridad, sin ánimo de definirla mejor ahora.

Bien. Viva la automedicación.

Realmente, no he comprado medicinas esta mañana. He comprado triptófano, un aminoácido esencial que aumenta la serotonina y presente en carne, huevos y leche; y un complejo de vitaminas del grupo B, esenciales para el sistema nervioso.

Lo he hecho por supervivencia porque hoy, y a menudo últimamente, estoy baldado, sin ánimo ni fuerzas, y porque, si fuera por la psiquiatría y sus protocolos, tras mi brote de este verano, me dejarían así meses, si no años o para siempre.

Pero mi madre, quien incluso me ha llegado a temer sin más motivo que mi etiqueta psiquiátrica y algunas noticias ocasionales sobre parricidios, pero ése es otro tema, me ha espetado, al ver mi compra: "¿Tú eres consciente de que te automedicas, no?".

Le he señalado que son alimentos, pero tendría que haberle dicho: "Sí, y a mucha honra".

La psiquiatría no quiere más que tomes las drogas que ellos te recetan y que no tomes otras. Si vas continuamente al médico, quien por cierto nunca está cuando lo necesitas (cuando lo necesitas para evitar terminar en urgencias y/o ingresado), ahí sólo estás tú, pero decía que, si vas con todos tus síntomas al médico, saldrás sobremedicado.

No le importan casi las situaciones vitales que te afectan.

Muchos, espero que no la mayoría, ni te dirán que hagas ejercicio, por ejemplo, ni te preguntarán cómo comes, entre otros factores determinantes para la salud.

Hablo en todo momento de psiquiatras, claro.

Sí te preguntarán cómo duermes. Ahí, hacen bien, porque dormir es fundamental para quienes tenemos trastornos graves, y descuidar el sueño fue el principal factor de mi crisis de este verano y, prácticamente, de las anteriores.

Por tanto, cuidarte depende sobre todo de ti, no de esa persona que ves cada mes o dos meses y que sólo te droga.

No estamos todos los días igual. Por tanto, es absurdo el propósito de la psiquiatría de que te administres todos los días la misma dosis de lo mismo para conseguir esa estabilidad. Para conseguir un equilibrio, tendrías que tomar algo para subirte cuando estés bajo, y para bajarte cuando estés alto (si nos fijamos sólo en drogas y no en otros factores como ejercicio, música, aire libre, aficiones, afectos, alimentación, sueño...).

Y aún así, a menudo consiguen esa estabilidad en los pacientes. ¿Cómo? Dejando a las personas planas y anestesiadas, normalmente; aletargadas unas; y otras, las que sólo sufrían de depresión, con la suerte (ahora lo veo así) de que les cambien esa atonía, y les lleven del pozo en el que estaban inmersos a una nube química de felicidad artificial. Que tampoco es la vida real, pero evita suicidios, males mayores y tal, y que admito que la vida real (eso que anhelo desde que me he visto medicado prácticamente sin interrupción desde hace 14 años) puede ser tan insoportable que a veces necesitemos un descanso (y de ahí el éxito de bares, camellos e industria farmacéutica).

Y ya para ir terminando, porque escribir es una de las cosas que me da la vida, pero también precisa energía; ¿Esa persona que te ve cada dos meses, sabe mejor que tú cómo estás? ¿Esa persona, qué ha tomado de lo que a ti te receta? Menos que tú, seguro; y que no todos reaccionamos igual en todo momento a lo mismo, también.

Aquí hay tema para rato.

Un saludo y gracias por su atención.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Unai, un abrazo grande.