Nota introductoria: el blog llevaba tiempo muerto (por ejemplo, todo 2014) pero no había dejado de escribir del todo. Mirando ahora mi correo electrónico, me voy topando con articulillos que había compartido con amigos. Ahí va uno de ellos que creo que no ha perdido actualidad.
ETB decía hace poco que los jóvenes no se pueden independizar solos porque el
sueldo medio de los que trabajan es de 1.400 euros (¡!), los alquileres
andan por 800 euros y los pisos por 200.000. Recuerdo mi sueldo entre
abril y junio de 2014, cuando repartía publicidad y tenía 34 años, lo cual me
incluía todavía en la categoría de joven. Si el sueldo medio fuera ese que dice ETB,
tendría que haber por ahí alguien cobrando más de 2.400 (pongo esta
cifra porque también hace poco salió que es el salario medio en
Euskadi). No sé cómo calculan esos datos. Igual es una estrategia para
seguir diciendo que Euskadi va bien o mejor que España, donde hace poco
salió que el 37% de los trabajadores cobran 600 o menos, y la mitad del
total de currelas, menos de mil. No hace mucho, un conocido me contó que
trabajaba un día a la semana.
No pretendo amargar a nadie. Yo no
estoy amargado. Lo que quiero es denunciar esto, decir a los
desafortunados que no están solos y a los afortunados que no se pueden
confiar.
¿Soluciones? Consumir productos locales, subir el salario
mínimo, repartir el trabajo... Me paro porque cada uno tiene sus circunstancias. Sólo envío
este correo a los que conocéis las mías. Conozco gente que, como he
dicho, no tiene colchón familiar. Gente con sus padres en paro o
huérfanos. ¿Lo tienen mejor o peor? Me lo pregunto porque es relativo.
Salen más espabilados. Por lo menos, ninguno sale acomodado. Pero tal
como están las cosas, esas mierdas de querer es poder y de si ése ha
podido, tú también, ya no valen. Esto es como el juego de las sillas y
no hay silla para todos. Yo he tirado la toalla. ya no me queda tanto
para cuidar de mis padres, aunque esa es otra.
La otra es que vemos a
abuelos cuidados por mujeres y hombres suramericanos contratados
normalmente por los cinco, seis, siete o los que sean, vástagos de esa
persona. Los mayores de 65 ya son más que los menores de 18 en Gipuzkoa.
O mejoran las condiciones, o los jóvenes no vamos a tener relevo porque
no podemos ni independizarnos, como ya he dicho. Quien dice relevo,
dice pensiones, jubilación, y alguién que nos cuide cuando ya no podamos
valernos por nosotros mismos. Y luego nos dicen que dejemos de fumar.
Tengo
que retomar el tema generacional donde lo he dejado, en los puntos
suspensivos de cuando pensaba soluciones. La generación anterior, la de
nuestros padres, retiene patrimonio. Han metido todos sus ahorros (ellos
podían ahorrar) en ladrillo y ahora no se resignan a que, qué paradoja,
nuestra generación no puede pagar esos alquileres ni esos precios. Por
supuesto, es una cuestión cultural, no culpo a mis padres ni a los de
nadie de la burbuja inmobiliaria. También son víctimas de la cultura del
ladrillo: podrían haber gastado ese dinero en disfrutar (viajes, vicio,
lo que sea), y les habría cundido más. Sí que es verdad que algunos
mayores compraron barato y ahora pretenden vender caro, pero muchos
otros compraron caro también y ahora ven devaluadas sus propiedades.
Así
que otra de las soluciones que propongo es solidaridad
intergeneracional. Pero claro, ¿quién empieza? ¿Quién baja ese alquiler
que cobra a unos jóvenes cuando tiene que mantener a sus hijos? Está
claro, entonces, que las grandes soluciones organizativas no
corresponden a los ciudadanos, que están enfrascados en el sálvese quien
pueda, sino a los poderes públicos.
Así que piensa tu voto en las próximas elecciones,
porque no me creo que vayas a votar a quien ha subido impuestos,
empeorado las condiciones laborales, malversado, robado, recortado
derechos sociales. Uno de cada cuatro críos en España sufre
malnutrición, y así no van a poder pagar los alquileres. El ladrillo no
se come.
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