Hoy es el #DiaMundialSinTabaco. Fumo desde los 20 (tengo 35). Ahora mismo tengo un cigarro (de liar) en la boca.
La
venta de cigarrillos ya liados ha caído a la mitad en Euskadi y no sé
si en España en estos años de crisis. Más por los que lo han dejado que
por el de liar. Más por salud que por dinero (creo, espero o quiero
pensar).
Tengo mis historias asociadas al consumo de tabaco.
Historias que complican la adicción. Pero ahora (con esta chusta en la
boca) me lo pienso porque pronto nacerá mi sobrin@.
Me cuesta imaginarme sin fumar. Una vida sin tabaco no cabe en mi
imaginación. Si mañana lo intento, una vez más, será un ejercicio de
voluntad, de libertad, un salto al vacío, sin poder asirme a este
ingenio cancerígeno que me seca los pulmones y cada vez me da más tos.
El año pasado, reduje unas semanas el consumo, después de que en el
taller de teatro no pudiera hinchar apenas unos globos que el profesor
había traído para un ejercicio. Y hace dos años, anuncié un intento
serio de dejarlo en Facebook, e incluso fui a terapia, hasta que me
rendí, caí y confieso que me decepcioné conmigo mismo y me dejé por
imposible.
Pero quiero romper una lanza por quien desee seguir fumando. No son
criminales, no son apestados, son nuestros familiares, nuestros amigos,
son como tú y como yo (sobre todo como yo). No tienen la culpa de haber
caído en esta trampa y muchos lo dejarían si pudieran. Reclamo respeto.
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